domingo, 7 de octubre de 2012

LUNCH ATOP A SKYSCRAPER:
HISTORIA DE UNA FOTOGRAFÍA




¿Hay alguien ahí fuera que no conozca esta mítica imagen? Creo que no. Es uno de los grandes iconos del siglo XX (y uno de esos pósters de toda la vida que han decorado cantidad de habitaciones).

La famosísima fotografía 'Lunch atop a Skyscraper' ('Almuerzo en lo alto de un rascacielos') acaba de cumplir 80 años este pasado 20 de Septiembre. Tomada por Charles C. Ebbets en 1932, en plena Gran Depresión, la instantánea inmortaliza a 11 trabajadores sentados en una viga, descansando y comiendo en la pausa del almuerzo durante la construcción del General Electric Building, integrado dentro del complejo Rockefeller Center, a unos 250 metros de altura. La fotografía apareció publicada por primera vez en el suplemento dominical del periódico 'New York Herald Tribune', el 2 de Octubre de 1932.

Al observar esta foto siempre me asombró la tranquilidad y naturalidad con que estos hombres-pájaro charlaban, fumaban o leían el periódico mientras sus pies colgaban a cientos de metros sobre el vacío. La mayoría de los trabajadores de la construcción durante la Gran Depresión eran de origen indio, especialmente Navajos y Mohawks, debido a su gran sentido del equilibrio y a su innata ausencia de vértigo. Pero también había muchos trabajadores de origen irlandés. Estos sí que sentían miedo trabajando a esas alturas, pero el fantasma del hambre era más fuerte para estos inmigrantes que la posibilidad de una muerte rápida tras un golpe de viento o un paso mal dado. Además, los irlandeses los tienen bien puestos.

La polémica siempre ha rodeado a esta fotografía desde el momento de su aparición, siendo muchos quienes la han tachado de ser un fotomontaje fraudulento (como por otro lado ha pasado con otras muchas grandes fotografías icónicas a lo largo de la historia, por ejemplo 'La muerte de un miliciano', de Robert Capa). Para argumentar sus afirmaciones se basan en la niebla que rodea a los trabajadores, que facilitaría el trasplante de imágenes. Sin embargo, investigaciones recientes de los restos del negativo original demuestran que no se trata de un fotomontaje. Aunque parezca increíble. Pero qué le vamos a hacer, también hay gente que duda de que el hombre haya llegado alguna vez a la luna.

Por otra parte, para cualquiera que dude de la veracidad de la imagen estática, tan sólo tiene que echar un vistazo a algunas filmaciones de la construcción del Empire State Building en 1930, para comprobar de primera mano cuáles eran las condiciones laborales en que trabajaban estos hombres en aquella época. Sin arneses, sin cables de sujeción, sin utilizar andamios (sólo tablas de madera), sin botas antideslizantes... vamos, sin ningún tipo de seguridad. Vértigo da sólo mirarlo. Al menos en estos 80 años hemos avanzado algo en materia de prevención de riesgos laborales.




 
De lo que no tengo ninguna duda es de que esta gente, la gente que levantó los rascacielos de Nueva York de la nada (esos colosos de hormigón y acero en los que se pasean los superhéroes de nuestros cómics), la gente que moldeó el skyline de la capital del mundo, eran auténticos héroes anónimos. Personas hechas de otra pasta, gente que se jugaba la vida en un trabajo que nadie en su sano juicio querría, a cambio de un sueldo mínimo con el que sacar adelante a sus familias. Y los neoyorquinos, el pueblo de Nueva York así se lo reconoce. En su honor está situada esta escultura de Sergio Furnari en plena 6th Avenue.




En conmemoración de este 80 aniversario, acaba de estrenarse el 7 de Septiembre el documental 'Men at Lunch', dirigido por Sean O'Cualain (realizador de origen irlandés cuyo bisabuelo trabajó en la construcción de rascacielos) en el que se disecciona con minuciosidad la intrahistoria de esta magnífica foto. Aquí tenéis el trailer:





De los muchos homenajes que circulan en este 80 aniversario por la red (desde reconstrucciones de la foto con figuras de Lego o clips de Playmobil hasta nuevas puestas en escena con personajes de Star Wars) me quedo personalmente con este de la artista Daniela Volpari. No me cabe duda de que para Superman hubiera supuesto un auténtico honor compartir su almuerzo en las alturas con estos auténticos superhombres. 

Superhombres anónimos de la vida real.


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