domingo, 30 de agosto de 2015

CASAS ABANDONADAS




Siempre me ha gustado fotografiar lugares en ruinas, viejas casas o edificios abandonados, y la verdad es que no sé muy bien por qué. Quizás sea porque al registrar con mi cámara los restos decrépitos de sitios que otrora estuvieron llenos de vida (habitados por familias que rieron, jugaron, sufrieron y amaron en ellos) uno se da cuenta de la fugacidad de la existencia y del cruel paso del tiempo, y no puede dejar de preguntarse por aquellos que nos precedieron. No vamos a estar en este mundo eternamente, por desgracia, y debemos aprovechar al máximo el tiempo de que disponemos.

Las ciudades, en el fondo, son organismos vivos en constante evolución y desarrollo, que cambian, crecen y se organizan en función de las necesidades urbanísticas y de las fluctuaciones poblacionales internas, transformándose a un ritmo endiablado. Cuando se abandona un inmueble, el edificio muere en cierta manera, dejando un metafórico cadáver de hormigón y ladrillo, una carcasa vacía impregnada de vestigios, vivencias y recuerdos.

Con los años, la fotografía de edificios derruidos o abandonados se ha hecho muy popular en determinados sectores de la sociedad, atraídos por la innegable belleza de la decadencia y los escombros. En las últimas décadas se han constituido por todo el mundo multitud de grupos de aficionados que se dedican a buscar, fotografiar y exponer sus mejores piezas de casas y edificios, como si de trofeos de caza se tratasen (un buen ejemplo de esto es el blog "Cerrado por abandono", dedicado en exclusiva a esta peculiar modalidad fotográfica que cada día gana más adeptos).

Sólo un pequeño consejo para aquellos de vosotros que estéis pensando en introduciros por primera vez en la fotografía de inmuebles en ruinas: NUNCA VAYÁIS SOLOS, id siempre en GRUPO o acompañados de alguien. Yo mismo cometí ese error al principio. Primero, porque al tratarse de lugares abandonados, el riesgo de derrumbe del techo, el suelo o alguna pared es muy elevado, y si eso sucediera, necesitaríais de alguien que pudiera ir en busca de ayuda exterior. Y en segundo lugar porque, aunque parezca que los edificios estén deshabitados, en realidad no lo están. Muchos de ellos sirven de morada y refugio de personas sin techo, a las que no les hará mucha gracia que os metáis en su territorio sin permiso. De hecho, la fotografía que tenéis más arriba (tomada hace 15 años en Granada en un edificio que permaneció lustros abandonado frente a la explanada del Palacio de Congresos, donde ahora se levanta el lujoso Hotel Senator) formó parte de una sesión de fotos en la que me dieron el mayor susto de mi vida. Cuando entré no había nadie en su interior (me cercioré cuidadosamente de ello) pero al poco de permanecer allí regresaron los vagabundos que lo habían convertido en su hogar, pillándome dentro (y sólo) en una trampa sin escapatoria. Como os imaginaréis, no se lo tomaron demasiado bien. Tuve que salir corriendo (creo que nunca he corrido más rápido que aquel día) aunque aprendí muy bien la lección de entonces en adelante. NUNCA SE OS OCURRA IR SOLOS, por vuestro propio bien.

lunes, 17 de agosto de 2015

LA MUERTE VIAJA EN AUTOBÚS


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Hace unos años me hacía mucha gracia la idea de que la Muerte tuviera que coger el autobús urbano para hacer su trabajo, como hacemos todos los mortales cada mañana. No sé, a día de hoy me parece una tontada, pero en su momento la imagen de la Parca esperando en una marquesina la llegada de un autobús (que nunca llegaba) para poder dedicarse a segar almas me parecía llena de un curioso humor negro, así que me decidí a ponerla en imágenes. Aquella que decidía cuándo ha de llegar nuestra hora era incapaz de personarse a tiempo en la crucial cita por la impuntualidad de la compañía pública de transportes.




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jueves, 13 de agosto de 2015

NATURALEZAS MUERTAS


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Siempre me ha gustado fotografiar las ramas de los árboles por las extrañas y sugerentes formas que adoptan recortadas contra el cielo.


martes, 11 de agosto de 2015

PAISAJES URBANOS




Algunas muestras diversas de paisajes urbanos de Granada, tomadas con mi cámara Réflex analógica hace más de 15 años. Dos de ellas (en concreto, las manos aladas enfocadas y desenfocadas) pertenecen al polémico monumento dedicado al dictador militar José Antonio Primo de Rivera en pleno centro de la ciudad, frente al Palacio de Bibataubín. Felizmente, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía obligó al Ayuntamiento de mi localidad el pasado 2014 a retirar el monumento, tras fallo en sentencia firme, algo a lo que el consistorio se había negado durante más de 40 años. Sorprende que vestigios de un pasado tan nefasto hayan podido sobrevivir en nuestro país hasta prácticamente anteayer, aunque hay que reconocer que, connotaciones políticas e ideológicas aparte, la escultura de Francisco López Burgos poseía una innegable belleza estética.




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domingo, 9 de agosto de 2015

FOTOGRAFÍA ESTENOPEICA


Catedral de Granada, Plaza de las Pasiegas.

Mucha gente piensa que el secreto para hacer buenas fotos está en la cámara que uno utilice para tomarlas. Nada más lejos de la realidad. Evidentemente, si uno dispone de una buena cámara Réflex tiene una gran parte del terreno ganado, pero el elemento esencial para hacer grandes fotos siempre será el ojo y la pericia del fotógrafo. A fin de cuentas, uno no necesita casi nada para hacer fotografías. Estas tres que tienen ustedes aquí expuestas, por ejemplo, fueron hechas por un servidor en torno al año 2000 con una humilde CAJA DE ZAPATOS. ¿Una caja de zapatos? Pues sí, como lo oyen. Una simple caja de zapatos basta para fabricarse de manera casera una cámara estenopeica.

Una cámara estenopeica no es más que el modelo de cámara más sencilla que existe, puesto que carece de lente, de objetivo y de visor. Tan sólo consta de un espacio estanco a la luz llamado cámara oscura (para lo cual se pintará minuciosamente el interior de la caja de cartón con pintura negra) y un pequeño orificio en la tapa de unos 0'5 mm llamado "estenopo" (del griego "steno ope" o "agujero pequeño"). Este tipo de cámara también es conocido en inglés como 'pinhole camera' ("cámara agujero de alfiler") ya que, como el propio nombre indica, el agujero se suele hacer con una aguja o alfiler sobre una lámina de papel de aluminio (el papel Albal de toda la vida). Esta lámina estará a su vez colocada sobre una abertura un poco mayor recortada en la tapa de la caja, e irá cubierta por otra lámina de material opaco que hará las veces de obturador. En el fondo de la caja se sujetará con celo el papel fotográfico con el lado sensible a la luz dirigido hacia la diminuta abertura. Dependiendo de la distancia entre el estenopo y el papel variará la distancia focal.

Una vez fabricada la cámara, se procedería a realizar las fotografías. Debido al pequeño tamaño del estenopo, el tiempo de exposición es mucho mayor que el de las cámaras convencionales, variando desde unos segundos hasta varios minutos, e iría en función de la intensidad y el tipo de luz (reflejada o directa) disponible en el lugar donde tomemos la foto. Por todo ello es recomendable ir acompañado de un exposímetro o fotómetro portátil para calcularlo. Ya tomada la fotografía, tendríamos que desplazarnos con celeridad -con la cámara convenientemente cerrada- hasta nuestro laboratorio fotográfico, donde podríamos abrirla bajo la luz roja de seguridad para evitar que se velase. La imagen obtenida sería negativa, por lo que en el laboratorio procederíamos a positivarla.

¿Cuáles son las desventajas de la fotografía estenopeica? Primera y principal, que sólo se puede tomar una fotografía por cámara a la vez, puesto que una vez tomada nos exige regresar al laboratorio para su posterior procesado. Además, al no disponer de visor, el fotógrafo debe realizar la foto parcialmente a ciegas, por lo que el plano obtenido puede variar ligeramente con respecto a lo que el usuario tenía en mente (es decir, que en retratos es fácil "cortarle la cabeza" a más de un retratado). Los largos tiempos de exposición hacen necesario además que los retratados permanezcan muy quietos durante la toma de la foto, para que ésta no salga borrosa o movida.

¿Y cuáles son las ventajas, pues, de esta variante tan primitiva de la fotografía? Pues la curiosa belleza de las imágenes obtenidas. Cuando se fotografían edificios o se toman imágenes urbanas, los inmuebles aparecen perfectamente definidos, puesto que han permanecido estáticos durante todo el proceso. Sin embargo, no sucede lo mismo con los peatones y los vehículos, ya que al haber estado en movimiento constante no aparecen impresionados en el papel fotográfico. Así pues, con la fotografía estenopeica se consiguen hermosas imágenes de ciudades fantasmas, en las que las calles se encuentran vacías de gente y coches, extrañamente apocalípticas, como si una bomba de neutrones hubiese estallado y hubiera aniquilado toda la vida humana, respetando sólo la arquitectura, en un tipo de destrucción tan limpia como desasosegante. Este tipo de fotografías tienen además una gran profundidad de campo. Otra de sus características es que en las fotos se ve el agujero o estenopo como un círculo perfecto que rodease el centro de la imagen, ennegreciéndose en los bordes, dándole un sello de marca muy particular.

A pesar de lo que pudiera parecer, la fotografía estenopeica tiene una gran cantidad de entusiastas seguidores que la practican en todo el mundo, especialmente entre los amantes de la fotografía artística en blanco y negro. Por algo será.


Entrada a la Capilla Real, Gran Vía de Colón.

La estatua del aguador de la Plaza de la Romanilla.

sábado, 1 de agosto de 2015

NACIMIENTO Y MUERTE DE UNA IDEA
EN TRES INSTANTES


Aprovechando que estamos en verano y media España se encuentra cerrada por la canícula (¿hay alguien ahí fuera leyendo esto o estáis todos en la playa?) durante el presente mes de Agosto me voy a dedicar exclusivamente a subir al blog algunas de las fotografías en blanco y negro que hice hace más de 15 años (en torno al año 2000) cuando no era más que un joven y bohemio estudiante de Fotografía Artística en la Escuela de Artes y Oficios de Granada. La verdad es que me da bastante apuro enseñar algunas de mis fotos en público, porque no son nada del otro mundo, todo sea dicho. No penséis que voy por ahí presumiendo en plan artista; conozco perfectamente mis limitaciones. Por eso las publico durante esta época estival, en el que el número de visitas y la actividad bloguera se reducen al mínimo y nos encontramos casi, casi en familia. Así que durante los próximos 30 días os va a tocar tener que aguantarme hablando de mis fotos, como esa vieja tía vuestra que cada año os visitaba martirizándoos en sesiones interminables con sus fotografías tras la vuelta de unas aburridas vacaciones.

Puede que a los chavales de ahora, acostumbrados a la facilidad de la fotografía digital y a los modernos programas de retoque de imagen, esto que voy a contar les suene a prehistoria, pero lo cierto es que hace 15 años, cuando yo estudiaba, la fotografía todavía era analógica. Eso quiere decir que, para tomar cualquier foto, había que sumergir los negativos en un tanque de revelado y posteriormente positivarlos en una habitación a oscuras con luz roja. Con la ayuda de una ampliadora, el papel fotográfico debidamente expuesto iba pasando de cubeta en cubeta de productos químicos, recibiendo primeramente un baño de revelador, un posterior lavado con agua fría (para eliminar los restos de sales de plata) y finalmente una capa de fijador. Para tomar la más sencilla de las imágenes era necesario un laboratorio fotográfico bastante bien equipado. El fotógrafo era una especie de alquimista que se pasaba el día encerrado a oscuras en su laboratorio mágico, rodeado de pociones y  forjando todo tipo de imágenes. A pesar de lo que pueda parecer, no hace tanto tiempo de ésto. Tenéis mi palabra de que todas las fotografías que voy a exponer aquí durante este mes son FOTOGRAFÍAS ANALÓGICAS.

Y empezamos con una serie de tres imágenes a las que en su momento bauticé con el título de "Nacimiento y muerte de una idea en tres instantes" (en aquella época me gustaba ponerles títulos rimbombantes a mis fotografías). En ellas se ve como una bombilla colgante es destruida y estalla en mil pedazos tras el impacto con un candado. Mi intención era obtener una metáfora visual de esos momentos en los que se nos ocurre una idea que nos parece absolutamente brillante, pero que tras ser sopesada unos breves segundos, desechamos por absurda. No era tan buena como habíamos pensado inicialmente.

Aunque en este caso no estamos hablando realmente de fotografías, sino de fotogramas (también llamados rayogramas en honor a Man Ray). Las imágenes no fueron obtenidas utilizando una cámara (no existen, por lo tanto, negativos) sino colocando los objetos directamente sobre el papel fotográfico y exponiéndolos a la luz de la ampliadora. Un curioso ejemplo que nos demuestra que para obtener bellas imágenes fotográficas no es necesario el uso de ninguna cámara. El próximo día, más y mejor.


1. Génesis.

2. Impacto (candado mediante).

3. Tinieblas.