Título: ‘A Cry of Beasts’.
Guión: Denny O’Neil.
Lápiz: Steve Ditko y Marie Severin.
Entintado: Dan Green.
Color: Don Warfield.
Portada: Jim Starlin.
Este es uno de esos cómics de los que guardo un recuerdo imborrable, quizás debido a que en el momento en que apareció publicado en España por primera vez (en Junio de 1986, en el número 15 del volumen 1 de la serie de Iron Man de Forum, cuya portada tenéis reproducida más arriba) yo contaba con unos 9 años de edad. Por aquel entonces lo que más me impresionó de la lectura de aquel número no fueron las aventuras del héroe, ni los villanos a los que se enfrentaba, sino el tema que abordaba de fondo: EL ALCOHOLISMO, un tema que a mi yo infantil le parecía demasiado adulto para ser tratado en un cómic. Sin embargo, aquel tebeo no sólo salía bien parado de su aproximación a un tema tan peliagudo, sino que personalmente me demostró que no había temáticas prohibidas ni argumentos tabúes para un medio como el cómic. El cómic como expresión artística hacía muchos años que había alcanzado la mayoría de edad.
El número 160 era el segundo escrito por Denny O‘Neil (tras el inicial # 158 y el fill-in del # 159, al que dedicamos la entrada anterior), en lo que sería una larga estancia en la serie, prolongada hasta el número 208. O’Neil siempre ha sido un guionista caracterizado por atreverse a tratar temáticas adultas y socialmente comprometidas en sus cómics. Sin embargo, el mérito de la introducción de la temática del alcoholismo en Iron Man no es atribuible a O’Neil, sino a David Michelinie, su antecesor al cargo de las aventuras del Hombre de Hierro. Michelinie firmaría junto a John Romita Jr. una de las mejores historias de Iron Man jamás publicadas, el número 128 (Noviembre de 1979), titulada ‘Demon in a Bottle’ (‘El Demonio en una Botella’), durante la denominada ‘primera crisis alcohólica de Tony Stark’, cuya mítica portada tenéis más abajo.
Portada obra de Bob Layton. |
Sin embargo, durante su etapa de casi 50 números O’Neil condujo la adicción al alcohol de Tony más lejos de lo que nadie antes se había atrevido. Durante la ‘segunda crisis alcohólica de Stark’, el guionista llevó a la ruina a Stark Industries, y redujo al millonario playboy a semejante estado de embriaguez y de incapacitación que su puesto como Iron Man tuvo que ser ocupado durante muchos números por James Rhodes (futuro Máquina de Guerra). Quizás desde la perspectiva del lector actual, tan resabiado y tan vuelta de todo, la sustitución de Tony Stark por otro héroe no sea nada impactante, pero os aseguro que para todos los lectores de aquellos primeros años 80 fue un auténtico shock. En su momento fue una decisión bastante arriesgada e innovadora, antes de que este tipo de estrategias se convirtiesen en norma habitual para incrementar las ventas de los cómics. A muchos fans que habían abandonado la serie previamente aquello les pilló con el pie cambiado, y al regresar exclamaban atónitos: ‘¡No me lo puedo creer! ¿Ahora Iron Man es negro?’ Finalmente, y como era inevitable, Tony superaría su adicción y regresaría a ocupar su puesto como héroe, con una nueva armadura blanca y roja, en un proceso de redención personal similar al de Daredevil tras 'Born Again'. Pero eso no quita para que los aficionados de entonces nos tragáramos que el trueque Rhodes por Stark iba a ser algo permanente. Los lectores éramos mucho más inocentes por esa época.
Otra portada mítica, Iron Man # 170, obra de Luke McDonnell y Steve Mitchell, en la que Jim Rhodes viste por primer vez la armadura del Hombre de Hierro. |
Ya desde la estupenda portada de Jim Starlin, con Iron Man luchando en desigualdad contra el Escuadrón Serpiente (en una magnífica composición en diagonal que acentuaba lo desequilibrado e inestable de la lucha), se intuía que aquel iba a ser un número especial. Sospechas que quedaban confirmadas nada más pasar página y encontrarnos con esta maravillosa splash page, obra de Marie Severin. En ella observamos a un Tony Stark completamente ebrio en la barra de un bar de la América rural, ataviado con su armadura pero con el casco tirado despreocupadamente por el suelo. En su mano izquierda apenas acierta a sostener una botella de whiskey, mientras que en la derecha empuña los restos de otra con la que se ha valido para cortarle la cara a uno de los parroquianos del tugurio tras una pelea tabernaria. El pobre diablo llora y gimotea en el suelo con las manos en el rostro. Tony se tambalea dando tumbos, mientras grita borracho su identidad secreta a los cuatro vientos:
- No oss metáiss conmigo…¡No osss metaisss conmigo! ¿Me oísss? Porque ssoy Tony Ssstark… el Hombre de Hierro… y puedo zurrar a cualquiera… ¡Sssoy el invencible Hombre de Hierro!…
En esta magistral página Severin logra transmitir a la perfección la atmósfera grotesca que la artista sin duda estaba buscando transmitir, pero grotesca en el sentido del ‘esperpento’ valleinclanesco. No sólo por la suciedad del antro llamado Norton‘s Bar (reflejado en mil pequeños detalles: el reloj roto detenido a punto de dar las 10, las fotos de mujeres desnudas y boxeadores que adornan el local, los avisos de que no se fía ni hay cambio disponible visibles sobre el espejo, los ceniceros llenos de colillas, el suelo pringoso por las bebidas derramadas y los restos de cristales…) sino también por el estilo feísta, caricaturesco, casi underground, con el que la dibujante define los rostros y rasgos de los personajes: la cara desquiciada y desencajada de Tony Stark con el cabello grasiento y sudado, la expresión de asombro y sorpresa del camarero calvo con el cigarro en la boca, el miedo en los ojos del personaje en primer plano que hace un gesto de tranquilidad con las manos, o el trío del fondo, cuya actitud varía desde el estupor del granjero que ha visto interrumpida su partida de cartas con los naipes en la mano a la sonrisa burlona del paleto de la gorra, que parece estar disfrutando del espectáculo que se presenta ante sus ojos. Todo ello confiere a la escena de un halo estilo ‘american gothic’, de sociedad rural aislada y perdida en el tiempo, como el metafórico reloj roto pretende destacar. Mientras, dominando la composición, el título ‘A Cry of Beasts’ (traducido en la edición española como ‘Grito Animal’) nos recuerda que el hombre es a su manera la peor de las bestias.
Naturalmente, el estilo feísta y caricaturesco de esta ilustración se debe a que Marie Severin dibujó durante los 80 en el magazine de humor satírico ‘Crazy’ (el intento por parte de Marvel de competir con la revista ‘Mad’), así como en el autoparódico ‘Not Brand Echh’. Severin es una de esas ‘artistas de plantilla’ de Marvel de toda la vida, una persona entrañable, más conocida por su faceta de colorista y eventual entintadora en cientos de números, pero cuya labor como dibujante no ha sido nunca lo suficientemente valorada. Severin es en mi opinión un personaje a reivindicar, ya que sin duda merece más reconocimiento y admiración del que tiene en la actualidad. Doblemente si pensamos que fue una de las pocas artistas femeninas integrantes del Marvel Bullpen durante los 70 y 80.
Portada del libro 'The Mirthful Mistress of Comics', de Dewey Cassell. |
Esta es la única página que dibujó Severin en todo el número. El resto están dibujadas por Steve Ditko. ¿A qué se debió el hecho de que el creador de Spider-Man y Doctor Extraño dibujase todas las páginas del número menos una, algo ciertamente poco usual? Al parecer, cuando leyó el argumento de O’Neil, Ditko se negó ante el editor Mark Gruenwald a dibujar una historia tan desmitificadora como aquella, que tenía una visión totalmente contrapuesta al ideal heroico randiano que Ditko propugnaba. Ya se sabe que Ditko era un artista muy ‘especial’, incapaz de hacer nada que contradijera su particular ideología personal. Al final, tanto Gruenwald como O’Neil lograron convencerle de que dibujase todo el episodio, con la salvedad de la splash page de la página uno, origen de todo el conflicto, para la que tuvieron que recurrir a Severin. Curiosa anécdota, ¿verdad?
Lo cierto es que aquella página me impresionó tanto en su momento, que se me quedó grabada a fuego. Aún hoy día, sigue siendo mi página favorita de todas las que he leído sobre Iron Man. Personalmente, si sólo pudiera salvar del fuego una página de las miles que conforman las aventuras del Vengador metálico, sería sin duda esta. Lo más curioso es que en 1983, un año después de que se publicase este número, el director Richard Lester incluyó en la tercera película de Superman del añorado Christopher Reeve una secuencia muy parecida a la que se narra aquí. De jovencito siempre me llamó la atención esta casualidad y la similitud de las escenas.
Como decíamos, el resto del número está dibujado por Steve Ditko, y aunque el Ditko de los años 80 no se encontraba al mismo nivel de plenitud y genialidad que el Ditko de los 60 (como puede comprobarse en su etapa en ‘ROM the Spaceknight’), quien tuvo retuvo, y el peculiar artista firmó unas páginas a un gran nivel. Un poco de Ditko sigue siendo mucho. Al igual que sucedía con Paul Smith en el anterior número 159, el 160 fue el único ejemplar de Iron Man que Ditko dibujaría en su carrera. Se trata por tanto de una rareza, un número único e irrepetible.
Al pasar a la página 2, descubríamos que la escena de la splash page no había sido más que una pesadilla de Tony Stark, al mismo tiempo que O’Neil informaba a nuevos lectores -a través de los bocadillos de pensamiento- del pasado alcohólico del personaje y de su miedo a recaer en la bebida, con lo que en apenas unas líneas dejaba rápidamente planteado el conflicto del número.
- ¡No… no! ¿Ese sueño otra vez… esa pesadilla! Mi horror personal. No he tomado un trago en más de un año… pero casi podía saborear el licor. Es probable que esté en mi subconsciente debido a la fiesta a la que tengo que acudir esta noche, en la que habrá litros de alcohol.
A pesar de estar rehabilitado, el mayor temor de Stark es ser débil y recaer en su adicción. Como vemos, esta es una de las características intrínsecas de los héroes Marvel, en palabras de Stan Lee: superhéroes con superproblemas. Ídolos con pies de barro y con debilidades muy humanas. La imperfección y humanidad de los héroes Marvel contrastaba poderosamente con la idealización de los héroes de la Distinguida Competencia, más perfectos y por lo tantos más lejanos y ajenos al lector. Más próximos por tanto al mítico arquetipo heroico admirado por Ditko.
Y lo cierto es que en la fiesta a la que acude Stark no faltarían las ocasiones en las que caer en la tentación, con infinidad de camareros ofreciéndole toda clase de bebidas espirituosas, desfilando con bandejas ante sus ojos anhelantes. Stark acude al acto social acompañado de Muffy Cuddle, una actriz de serie B que se convertiría en la gran protagonista al final del número. Muffy, al igual que el propio Stark, es alcohólica, solo que ella no busca una solución para su problema. Tony ve personificados en la actriz todos los aspectos que odia y desprecia de sí mismo.
- Tony: 'Maravilloso... justo lo que necesitaba... una borracha.' |
Más allá de lo argumental, Ditko maneja en este cómic toda una serie de recursos narrativos y estilemas gráficos que son puro Ditko. Como prueba esta viñeta, en la que el artista hace gala de su capacidad de síntesis, resumiendo en 3 simples figuras el proceso a través del cual Stark se viste con la armadura de Iron Man.
O las escenas en que Iron Man da caza a los tigres y leones escapados del zoo, y que inevitablemente recuerdan a las escenas análogas dibujadas por el propio Ditko 20 años antes en el legendario 'Amazing Spider-Man Annual' # 1 (1964, la primera aparición de Los Seis Siniestros) en la batalla de Spider-Man contra Kraven el Cazador.
Página del mencionado 'Amazing Spider-Man Annual' # 1 (1964). |
O la peculiar y distinguible manera que tenía Ditko de 'mover' a los personajes, patente en estas secuencias, en las que Mamba Negra disparaba y envenenaba a Iron Man y a un asistente a la fiesta.
Como colofón, tras derrotar al Escuadrón Serpiente, un agotado Iron Man se quita el casco y observa en un espejo su propio rostro amoratado y sanguinolento tras las secuelas del combate, quizás para recordar al lector que no es la armadura, sino el héroe debajo de la armadura lo importante. Y entonces, una Muffy Cuddle que se ha pasado todo el episodio bebiendo, traumatizada tras la batalla contra el Escuadrón Serpiente, comienza a sufrir alucinaciones (el 'delirium tremens' alcohólico) agazapada en una esquina, mientras cree ver cientos de serpientes reptando por su cuerpo, en un acto de justicia poética, ante la mirada de impotencia y compasión de Iron Man. Os dejo con las palabras de Dennis O’Neil, en un final tan trágico y amargo que no podréis olvidaros nunca de él.
- Muffy Cuddle: ¡Serpientes… serpientes reptando… reptando sobre mí…!
- Iron Man: No existen… excepto en tu cabeza.
- Texto de apoyo: Para Muffy Cuddle, las últimas semanas han discurrido como una larga fiesta. Esta noche empieza a pagar por ellas. Y Tony Stark la mira, compadeciéndose de la joven… preguntándose si él mismo será alguna vez libre de la pesadilla que habita en el fondo de una botella.
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