martes, 24 de julio de 2012

LA REALIDAD COMPARTIDA DEL UNIVERSO DC
(Tercera y última parte)


* CASO PRÁCTICO Nº 3: HEX # 10 & LEGION OF SUPER-HEROES VOL. 3 # 23 (JUNIO DE 1986).

Aquellos pocos que sigan habitualmente el blog sabrán que Jonah Hex es uno de mis personajes favoritos del universo DC. Reconozco que sería incapaz de explicar racional y analíticamente los motivos de mi fascinación por este ser ficticio -más allá de la calidad gráfica y literaria de sus aventuras- y por lo tanto no espero que nadie la comparta, pero el caso es que es así. Desde que leí por primera vez un cómic de Hex, me quedé completamente enganchado a él, aunque no pueda explicar por qué. Supongo que habría que buscar los motivos en mi propio subconsciente, en mi yo irracional, y por lo tanto la única base científica con la que medir tal hecho sería el psicoanálisis.

Espinosa cuestión la aquí planteada: ¿POR QUÉ PROFUNDOS MOTIVOS NOS GUSTAN LAS COSAS QUE NOS GUSTAN? Os aseguro que la respuesta no es tan sencilla como a priori pudiera parecer.

El caso es que en 1985, tras las Crisis en Tierras Infinitas de Wolfman y Pérez, en las oficinas de DC decidieron dar un giro de 180º al enfoque que habían venido utilizando con el personaje de Jonah Hex. Para ello, cancelaron el volumen 1 de su serie homónima en el nº 92, y a continuación inauguraron al mes siguiente un nuevo volumen titulado ‘Hex’ a secas, desde el número 1.

Jonah Hex vol. 1 # 92 - Agosto de 1985.

Hex vol. 1 # 1 - Septiembre de 1985.

Al final del nº 92 del anterior volumen se podía observar cómo un Hex indefenso a punto de morir asesinado se desvanecía en el aire sin más. La explicación a su repentina desaparición la obtendríamos en treinta días, en el nº 1 de la nueva serie ‘Hex’.

Jonah se desvanece en el aire - Jonah Hex # 92.

Allí sabríamos que Hex había sido transportado con una máquina del tiempo desde su propia era hasta el futuro, a una Seattle a mediados del siglo XXI, por un científico llamado Reinhold Borsten. La humanidad, después de una guerra nuclear que ha diezmado al 75% de la población mundial, vive sumida en la barbarie, huyendo de la radiación. La intención de Borsten es utilizar a Hex como guerrero en su cruzada personal para eliminar a la resistencia, pero este, como es natural, se niega a ayudar a su captor. Tiene otros planes. Consigue fugarse del complejo científico-militar en el que está retenido, y se une a Stiletta y su banda de moteros ‘Los Destripadores de la Carretera’. A pesar de ser un hombre fuera de su tiempo, Hex demuestra una capacidad de adaptación asombrosa, y pronto se acostumbra a manejar motocicletas, vehículos motorizados y armas láser con total naturalidad. A fin de cuentas, no son tan distintas a un caballo o a un revólver.

Así, a mediados de los 80 Hex pasaría de ser un antihéroe western a un personaje de ciencia-ficción postapocalíptica y distópica tipo ‘Mad Max: El guerrero de la carretera’ (que, si nos fijamos bien, no deja de ser a su vez una variante punk del western). Sin embargo, los aficionados de toda la vida al personaje en los EE.UU. no recibieron nada bien el cambio de enfoque radical que les ofrecía DC, y las cartas de protesta a la editorial se sucedieron rápidamente. El rechazo por parte del fandom fue generalizado. Eso, unido a las bajas ventas, hizo que la editorial cancelase este nuevo volumen en el número 18, y terminara por devolver a Hex a su tiempo y entorno western habitual. Por lo tanto, esta corta etapa quedó como una curiosidad, un breve lapsus en la historia editorial del personaje, y eso que el cómic, sin ser nada del otro mundo, y a pesar de lo aberrante de la propuesta, tampoco estaba tan mal. Los guiones corrieron a cargo del habitual Michael Fleisher y el dibujo a manos de un primerizo Mark Texeira.

Las dos vertientes de Jonah Hex (western y sci-fi) reflejadas en la ilustración
de la ficha del personaje en el 'DC Universe - Who's who'.

Por cierto, que Fleisher tiene el récord histórico de guiones escritos para Jonah Hex: 17 números de ‘Weird Western Tales’, los 92 íntegros del primer volumen de ‘Jonah Hex’ y los 18 de ‘Hex’, para hacer un total de 127 números. Le siguen en la lista Justin Gray y Jimmy Palmiotti, con los 70 números del volumen 2 de ‘Jonah Hex’ y los 11 de la actual ‘All Star Western’, que suman 81 y aumentando. ¿Lograrán alcanzarle?

Todo esto viene a cuento porque en el número 10 de ‘Hex’ de Junio del 86 se produjo un cameo, una aparición sorpresa de la Legión de Super-Héroes que viene a confirmar las palabras de Gail Simone que abrían el primer post de esta terna, aquellas que explicaban lo maravilloso que era un universo DC donde Jonah Hex compartía realidad con la Legión, donde los personajes de la editorial estaban interrelacionados entre sí y todos podían cruzarse con todos, por diferentes que fueran.

Hex # 10.



El cameo apenas dura dos páginas, y en ellas se observa cómo un Hex a lomos de su moto duda de su cordura cuando ve cómo se materializa en el cielo ante sus ojos la crono-esfera de la Legión con Dawnstar, Element Lad, Shadow Lass y Superboy a bordo. En el número 23 del mismo mes de Junio de la Legión de Super-Héroes tenemos la versión paralela del incidente, pero desde el punto de vista de los Legionarios.

Legion of Super-Heroes vol. 3 # 23.


Debido a una tormenta cósmica que afectó a la corriente temporal, la crono-esfera se salió de su curso prefijado, yendo a parar al apocalíptico siglo XXI de Hex:

- Shadow Lass: Esa tormenta cósmica en la corriente temporal ha interrumpido nuestro viaje…  arrojándonos fuera de nuestro rumbo.

- Dawnstar: Estamos a mediados del siglo XXI, ¿no?

- Element Lad: Aún puedes dar gracias, Dawnstar. Si hubiéramos llegado unos pocos años antes, estaríamos navegando justo en medio de un holocausto nuclear.

Finalmente, con la ayuda de Superboy, los Legionarios logran remolcar la esfera hasta la corriente temporal y regresar a su época, dejando a Jonah Hex perplejo ante lo que acaba de contemplar. Un personaje exiliado de su tiempo y unos viajeros temporales perdidos confluyendo en una realidad distópica.

Reflexiones finales:

Como aficionado al cómic desde niño, nunca he podido comprender la absurda rivalidad entre los seguidores de los dos principales universos superheróicos, Marvel y DC, ni la inquina y la saña con que deceítas y marvel zombies atacaban a las series y los personajes de la editorial ‘rival’. Creo que se puede disfrutar perfectamente de ambos universos y que ser aficionado de Marvel no es incompatible ni excluyente para serlo también de DC, puesto que ambos universos de ficción tienen particularidades  e idiosincrasias que los diferencian entre sí y los hacen únicos. A fin de cuentas, uno es aficionado a las buenas historias, al buen cómic (buen guión + buen dibujo), independientemente del sello en que se publique. Lo más inteligente no es escoger uno u otro, sino lo mejor de uno y de otro.

Pero también comprendo que, en el fondo, decantarse por un bando es una necesidad casi, casi antropológica. El ser humano tiene necesidad de un sentido atávico de pertenencia tribal, de polarizar la realidad en dos opciones agresivamente enfrentadas, antitéticas. Son más atractivos los extremos que el término medio, y eso engloba todos los aspectos de la vida: blanco-negro, izquierda-derecha, Beatles-Rollings, Barça-Madrid, PP-PSOE, bueno-malo,… Fútbol, política, religión, cine, música, cómics,… Nuestra opción siempre es la correcta, no por ser la mejor, sino por ser nuestra. Y el acto de denigrar o minusvalorar los méritos o las virtudes del rival forma parte del ritual de reafirmación de la propia personalidad, del YO frente al OTRO, del ser frente a la imagen que nos devuelve la mirada en el espejo, idéntica pero invertida.

Atendiendo a esta necesidad, (y aclarando de antemano que me encantan ambos universos), si tuviera que coger una balanza y declararme a favor de Marvel o DC, con toda probabilidad escogería a la última. La neutralidad no existe, la objetividad tampoco. Obligado a escoger bando, me quedaría con DC (sí, Carlos Javier, yo fui uno de los dos locos que votaron por DC en tu reciente encuesta). Y mira que resulta difícil defender a DC, tras el actual reboot.

Creo que DC, como universo de ficción, representa un tablero de juego mayor en el que jugar que Marvel. Hablando en términos de antigüedad editorial, La Edad de Oro, la Golden Age de los cómics, pertenece casi en exclusividad a DC (con las excepciones de Kazar, Namor, Capitán América y Los Invasores de Timely, en tiempos pre-Marvel).

Así mismo, DC tiene un mayor número de personajes pertenecientes a géneros pulp, personajes y series que como National Periodical ya publicaba antes de empezar a publicar superhéroes, y que seguiría publicando después, durante los años 50, cuando debido al macarthismo y al psicólogo Frederic Wertham sólo conservaron título propio Superman, Batman y Wonder Woman. Sin DC, el cómic de superhéroes hubiera terminado por desaparecer. Si en los 60 la regeneración del género fue posible gracias a Marvel, se debió en parte al éxito previo de la Justice League of America. Los 4 Fantásticos fueron la repuesta Marvel a aquella serie.

Es por eso que DC tiene más desarrolladas que Marvel vertientes pulp como el cómic noir, el bélico o el western (como mencionábamos en el post anterior) pero también otras como la ciencia-ficción (Adam Strange, Tommy Tomorrow, Star Hawkin, RIP Hunter, Captain Comet, Ultra the Multi-Alien, Space Adventures, Mistery in Space, etc…) . Todos los cómics DC de la Silver Age tenían un fuerte componente paracientífico.

Por no hablar de los personajes del ala esotérica de la editorial. La armada siniestra, la línea dark (como se llama ahora) del universo DC es casi imbatible (Sandman, Swamp Thing, Hellblazer, Phantom Stranger, The Spectre, Demon, Deadman, Madame Xanadú, Night Force, Tim Hunter, Shade the Changing Man,…). De hecho, uno de los grandes errores estratégicos de la editorial en los últimos años fue escindir a gran parte de estos personajes, plenamente integrados en su continuidad, en el subsello Vértigo.

Además, DC actuaba como imán de otras editoriales más pequeñas, a las que terminaba por absorber (Quality, Charlton, Fawcett, o en tiempos más recientes, Wildstorm). El catálogo de personajes de estas editoriales terminaban integrados dentro de la continuidad principal DC (o de su multiverso), aumentando su variedad y diversidad. Por eso, a pesar de lo necesarias que fueron en su momento, y que están consideradas como una de las obras cumbres del cómic de superhéroes, las Crisis en Tierras Infinitas originales supusieron una gran pérdida de riqueza y heterogeneidad para el universo DC, sin parangón hasta ese momento.

Marvel, por el contrario, nació como un universo casi exclusivamente superheróico (con la excepción de las primeras historias ‘de monstruos’ de Lee y Kirby). Superhéroes con superproblemas, mucho más imperfectos (y por tanto mucho más humanos) que los de DC, que por el contrario tenían un mayor valor icónico. Marvel no comenzó a diversificar su temática editorial hasta los años 70, con la marcha de los dos padres fundadores (uno a DC y el otro ascendido a funciones ejecutivas). Durante esta década, además de los consabidos superhéroes, la Casa de las Ideas apostó por las artes marciales, los cómics de terror o la espada y brujería. Por la renovación, en definitiva.

El universo DC es más antiguo, más grande, más expansivo y variado. Más desbordante. Por el contrario, está mucho menos cohesionado que el universo Marvel. La continuidad Marvel es mucho más sólida, consistente y coherente que la de DC, facilitado por el hecho de su menor tamaño. La continuidad siempre ha sido el gran talón de Aquiles de la editorial de Detective Comics. Por eso resulta mucho más difícil iniciarse en el universo DC que en el Marvel, puesto que parece más inaccesible. Requiere mucho más esfuerzo e implicación por parte del lector.

El último despropósito para la maltrecha continuidad de la editorial es el reboot de ‘The New 52’. Hoy en día es prácticamente imposible encontrar nada de la DC que conocimos y amamos en sus cómics, ninguna de las características de la realidad compartida que hemos estado diseccionando en los tres ejemplos de los últimos artículos. Los personajes actualmente carecen de background, de pasado, de historia, puesto que ha sido borrada, y por consiguiente todo el tapiz de elementos que los interrelacionaban ha desaparecido. Ya no hay nada que ponga en contacto a Cinnamon con Hawkgirl, por ejemplo.

Tirando de tópicos, la esperanza es lo último que se pierde, y no hay mal que 100 años dure. Estoy seguro que el antiguo universo DC, el de toda la vida, el auténtico, volverá tarde o temprano, y el actual nuevo universo pasará a ser uno de tantos de los que puebla el multiverso. Recordemos que el Jonah Hex postapocalíptico duró sólo 18 números. Y en cualquier caso, los cómics previos al reboot siguen estando ahí. No han desaparecido.

DC es un gigante dormido, desconocedor de su propia grandeza y potencial. Esperemos estar ahí cuando despierte.

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