ECC Ediciones.
Fecha de publicación: Abril de 2013.
Guión: Robin Wood.
Dibujo: Eduardo Risso.
Formato: Rústica, 248 páginas en B/N.
Precio: 19 €.
Tenemos que reconocerlo: la mayoría de los aficionados al cómic en España conocíamos a Robin Wood por referencias. Sí, sabíamos que el escritor paraguayo era todo un Yellow Kid, que estaba considerado por la crítica como el mejor guionista en lengua castellana del medio (además de ser uno de los más prolíficos, con miles de páginas a sus espaldas) y que una de sus creaciones, Dago, era todo un éxito editorial en Italia, el país vecino, donde pasaba por ser uno de los personajes más famosos del cómic. Pero nadie, o casi nadie, había tenido oportunidad de comprobar la calidad de sus obras de primera mano, puesto que en nuestro país la práctica totalidad de sus creaciones permanecían inéditas, con la excepción de la publicación en los años 80 de la efímera revista Mark 2000 (8 números editados por el propio Robin Wood en 1984 que hoy en día son todo un tesoro de coleccionistas, por lo escaso de su tirada). Así pues, teníamos que fiarnos de la palabra de aquellos pocos que sí habían tenido oportunidad de leer las obras de Wood de importación o en las revistas originales de la editorial argentina Columba (país en el que nuestro guionista ha desarrollado la práctica totalidad de su carrera profesional y en el que sus personajes son auténticos iconos de la cultura popular).
Durante muchos años en España nos hemos mantenido informados de las obras de Robin Wood a través de la opinión de terceros. Gracias a la labor de divulgadores como Rafael Marín (en cuyo blog Crisei siempre se mantuvo encendida la llama del interés por este autor) se han cantado las excelencias de personajes y series como Nippur de Lagash, Savarese, Gilgamesh el Inmortal, Dago, Wolf, y tantos otros. Mientras, los aficionados soñábamos con tener la oportunidad de leer por nosotros mismos todas estas obras de las que tan buenas referencias teníamos, al tiempo que rezábamos por que alguna editorial patria pusiese remedio a una situación tan paradójica como injusta: que el mejor guionista en lengua española fuese un completo desconocido en España.
Afortunadamente, en Mayo del pasado 2012 la editorial catalana ECC puso en marcha la creación de la ‘Biblioteca Robin Wood’, poniendo fin a décadas de ostracismo de este autor con la publicación de títulos señeros como Drácula, Dax, Nippur, Dago o el que hoy nos ocupa, El Ángel.
El argumento de esta obra nos emplaza en Toledo, a finales del siglo XV. En una noche de oscuridades heladas, una pareja de hidalgos recibe un terrible encargo por parte del rey Fernando II el Católico: deben conducir a las afueras de la ciudad a un bebé, para posteriormente marcarlo a fuego y asesinarlo. El niño es el hijo bastardo del rey, y su mera existencia pone en peligro la corona y el trono de la joven nación surgida tras la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Después de marcarle la mano con el símbolo real, los caballeros se aprestan a matar al crío cuando son detenidos deus ex machina por un mendigo jorobado y contrahecho llamado ‘el Encorvado’. El mendigo ocultará al niño durante sus primeros años de vida de aquellos que pretenden eliminarlo, gracias a la ayuda de los criminales, mendicantes y parias de la ciudad de Toledo, que lo adoptan como uno de los suyos. Esta hermandad de ladrones se atreve a desafiar la voluntad real, puesto que los deseos de un rey no tienen vigencia sobre aquellos que no se consideran sus súbditos, y que sin embargo observan unos códigos internos de honor más elevados, a su manera, que los de aquellos nacidos en las más nobles cunas. El niño es bautizado como Ángel, y a lo largo de los distintos episodios lo observaremos crecer y madurar, ejercitando la lealtad, el valor y la justicia, hasta que, ya convertido en adulto, se embarque en las naves del almirante Colón en la Segunda Expedición a Las Indias, en donde espera alcanzar el destino de grandeza que ansiara desde niño.
El Ángel se publicó de manera seriada en Argentina en las páginas de la revista D’Artagnan de la editorial Columba, durante los años 1985-86, a lo largo de 20 episodios. El presente tomo de ECC recopila íntegramente la serie en su totalidad. Sin embargo, este cómic tendría un antecedente claro dentro de la producción de Robin Wood. Dicho precedente se titula ‘Ibáñez’, serie que desarrollaría junto al dibujante Enrique Breccia en 1983 durante 7 episodios. En ‘Ibáñez’ Wood nos contaría las aventuras de un hidalgo español empobrecido en tiempos del rey Carlos I y sus avatares para liberar a su padre y recobrar el buen nombre y el honor de su familia. Tras las desavenencias del dibujante con la editorial, la serie se truncó después de tan sólo 7 números, pero Wood decidió reciclar muchos de los argumentos e ideas que había desarrollado para ella, dando origen dos años después a esta ‘El Ángel’. Sería muy interesante que la propia ECC se decidiese a recuperar este material en futuras entregas de su Biblioteca, tanto por Wood como por el magnífico trabajo realizado por el dibujante argentino Enrique Breccia (autor de obras como ‘El Sueñero’, ‘Alvar Mayor’ o ‘El Peregrino de las Estrellas’).
El Ángel es un cómic clásico de aventuras históricas, uno de esos a los que a uno no le cuesta demasiado creer que podría gustarle a gente como Arturo Pérez Reverte. Robin Wood es un autor de una vasta cultura literaria, y eso se nota y se refleja en sus páginas. En esta obra está presente de manera palpable la influencia de los populares autores de novelas de aventuras del siglo XIX (Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Robert Louis Stevenson…) pero también otros menos evidentes a simple vista. Por ejemplo, en los capítulos titulados ‘Los Cien de Oro’ o ‘La Tumba que Esperaba’, que transcurren en Andalucía y en los que el argumento tiene una pequeña deriva hacia temáticas sobrenaturales, se puede percibir la influencia de escritores románticos como Gustavo Adolfo Bécquer y sus ‘Leyendas’ (como ‘La Cueva de la Mora’).
En todo momento Wood sabe mantener el equilibrio entre ficción y realidad, mezclando las correrías de sus personajes de creación propia con la aparición de personajes históricos (los Reyes Católicos, los Borgia, Cristóbal Colón, el Conde de Medina, el navegante y cartógrafo Juan de la Cosa o el conquistador Alonso de Ojeda), en la mejor tradición de Benito Pérez Galdós. Pero sin duda, si por un rasgo destaca este cómic es por su magnífico elenco de personajes secundarios, como el verdugo Bernáldez, uno de los secundarios más memorables que yo haya tenido oportunidad de leer en este o en cualquier otro cómic. A lo largo de tres episodios inolvidables, Wood nos presenta a Bernáldez, la Justicia del Rey, el Verdugo Imperial. Tras cada ajusticiamiento, el ejecutor recita lo siguiente con la cabeza de su víctima en mano: ‘La justicia de Fernando se ha cumplido. El que la olvidó que la recuerde. El que la desconocía que despierte de su ignorancia’. Y parece mentira, pero en tan pocas páginas Wood se las apaña para reflexionar con un enorme lirismo sobre la condición de víctimas de los propios verdugos, instrumentos del poder y de la aplicación de una justicia inmoral que los convierte en apestados e indeseables para el resto de seres humanos. En ese sentido, la visión de Wood está muy cercana a la expresada por los cineastas Luis García Berlanga y Basilio Martín Patino en sus películas ‘El Verdugo’ (1963) y ‘Queridísimos Verdugos’ (1977).
Pero lo más sorprendente de todo, para alguien que no conozca a Robin Wood, es lo bien que escribe este guionista. Sorprende la poesía de muchas de sus frases, lo profundo de sus razonamientos y el buen gusto y la brillantez de sus diálogos, inusuales en la industria del cómic por su calidad literaria. Muchas de sus descripciones se leen con auténtico placer, dejando un regusto dulce en el paladar del lector. Dejo como ejemplo este texto descriptivo de la página 2 del capítulo titulado ‘La Justicia del Verdugo’ (y prestad especial atención a algunas figuras literarias, como las sutiles aliteraciones, el ritmo y cadencia de la frase o la repetición y el contraste alternado de términos, porque son brillantes).
‘Se detuvieron polvorientos sobre los grandes caballos negros, con las ropas negras y negros los arreos… Rostros muertos del hombre joven y del hombre viejo… Bultos negros se mecen como túmulos sobre los lomos purulentos de las mulas…’
A Robin Wood se le ha comparado muchas veces con el también guionista Roy Thomas, debido a la coincidencia temática de alguna de sus obras y a lo prolijo del estilo de los textos y descripciones de ambos. Pues bien, siendo los dos grandes escritores, la calidad literaria de la prosa del paraguayo es bastante superior a la del norteamericano. Así de bueno es Wood. Para que me entendáis, poniendo un símil literario, Roy Thomas es a Robin Wood lo que Henry Miller y su ‘Trópico de Cáncer/Capricornio’ a Julio Cortázar y su ‘Rayuela’, es decir: aquello que le hubiera gustado escribir al norteamericano de haber tenido la asombrosa capacidad para moldear el lenguaje que tenía el argentino.
Desde el punto de vista gráfico, nos encontramos ante un trabajo excelente de un joven Eduardo Risso de 26 años, en plena etapa argentina, cuando aún faltaba más de una década para que diera el salto al mercado norteamericano de la mano de DC. El célebre dibujante de ‘100 Balas’ da un ejemplo continuado en estas páginas de buen hacer narrativo, poniendo siempre su arte al servicio de la historia y no al revés, sin lucimientos innecesarios. Por otro lado, los propios guiones de Wood, con su elevado número de viñetas por página (7 u 8 de promedio) así como la gran cantidad de textos de apoyo, dejan muy poco espacio material al dibujante para florituras, y es fundamental que el artista comprenda esto. En ese sentido, la influencia de otro gran narrador argentino como Domingo Mandrafina se deja notar en los lápices de Risso, especialmente en el capítulo titulado ‘El Pan y la Piedra’. De todas formas, el estilo de Risso va variando de manera sutil a lo largo de toda la serie, desde los primeros episodios, en los que se recrea más en el detalle (posiblemente por haber dispuesto de más tiempo para ello) a otros en los que opta por una mayor síntesis en el trazo.
Lo único malo que se puede decir de un cómic como ‘El Ángel’ es que se terminó demasiado pronto, cuando estaba en lo mejor. El dibujante decidió abandonar el título en busca de nuevos retos y proyectos más personales, dejando la serie a medias, con el protagonista embarcado junto a Colón en la búsqueda de oro, fama y gloria, en la Segunda Expedición a Las Indias destino a la isla de La Española. Robin Wood tenía previsto contar la histórica batalla de Alonso de Ojeda contra el cacique indio Caonabo, así como el asedio de la fortaleza de Santo Tomás, en la que 400 españoles lograron resistir contra 10.000 indígenas. Pero no pudo ser, y la serie no pudo continuar por el rumbo marcado. Una lástima.
Personalmente opino que la publicación de ‘El Ángel’ ha sido la mejor novedad editorial presentada dentro del marco del reciente Salón del Cómic de Barcelona. Y eso es mucho decir, viendo el nivel de calidad de las obras y los autores que se presentaban este año.
Tras la creación por parte de ECC de la ‘Biblioteca Robin Wood’, la editorial 001 Ediciones también se ha animado a publicar las obras de este guionista en nuestro país, optando por la publicación de ‘Savarese’ y ‘Gilgamesh’, por lo que en estos momentos estamos viviendo un auténtico revival de este autor en nuestra tierra, lo cual es de agradecer. Para alguien que, como yo, está disfrutando como un niño con la lectura de Nippur de Lagash y Dago, eso son magníficas noticias. Hoy en día, si hay unos cómics en los que merezca la pena dejarse el dinero, esos son sin duda los de Wood.
En otras ocasiones me he mostrado crítico con ECC (especialmente con su política de ediciones de clásicos DC), pero hay que reconocer que la publicación de la ‘Biblioteca Robin Wood’ es lo mejor que le ha pasado al panorama editorial español en muuuuuuuuuuuuuucho tiempo.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo en todo lo que comentas. Las ediciones de la obra de Robin Wood junto con el "Julia" de Aleta es quizá lo mejor que se edita actualmente. Ahora que se ha alcanzado el 3 de Dago, Dax y Nippur, crucemos los dedos para que continúen. Que aquí nunca se sabe...
Muy buenas, Juan M. Me alegro de que te haya gustado esta entrada.
Por lo que yo tengo entendido, en el caso de Dago ECC tenía previsto publicar inicialmente 4 tomos (es decir, quedaría uno por aparecer) y una vez comprobadas las cifras de ventas, decidir si les sale a cuenta seguir publicando la serie o no. Recemos por que las ventas hayan sido lo suficientemente buenas y que podamos seguir disfrutando de este título mucho más tiempo.
En cuanto a 'Julia' de Berardi, tengo que reconocer (con cierto rubor por mi parte) que no he leído nada del personaje, aunque me consta que es una de las grandes series del catálogo de Bonelli. Acabo de visitar la página web de Aleta y veo que el dibujo del número 6 corre a cargo del maestro Sergio Toppi, por lo que te puedo asegurar que este número cae seguro. Ya comentaré por aquí qué me ha parecido.
¡Un saludo afectuoso y gracias por comentar!
Pues nada Hombre de Trapo, espero que te guste Julia. Es lo único que sigo de Bonelli, pero es que me parecen unas historias correctísimamente dibujadas por varios autores, con unos guiones impecables. Un tebeo honrado que creo está pasando injustamente desapercibido.El número de Toppi está muy bien, pero no recuerdo que ninguno de los anteriores desmerezca.
Pensaba que eran tres y no cuatro los que iban a sacar de Dago. Ya he visto anunciado el 4 de Nippur. Confiemos en las ventas.
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