Aviso desde el principio que no soy nada imparcial con el tema de actualidad, la ‘MARCHA NEGRA’ de los mineros asturianos hasta la capital de España. Mi abuelo materno trabajó como minero durante toda su vida, entre otras cosas porque en la España de la postguerra había muy pocas alternativas al hambre. Un trabajo tan arduo, tan peligroso y claustrofóbico, que era rechazado incluso por gente muy necesitada en aquellos tiempos, prefiriendo la miseria a la dureza de la mina. Los mineros están hechos de otra pasta.
Como decía, mi abuelo fue minero, como en la canción. Pronto enfermó de silicosis, en una época en la que el concepto ‘prevención de riesgos laborales’ ni existía. Al pobre ya le tocó correr en tiempos de Franco delante de los grises, defendiendo sus derechos en manifestaciones parecidas a las que se repiten ahora (y es que la crisis del sector de la minería no es actual, sino que se remonta a décadas atrás). Incluso un gris cabrón le rompió una costilla en 1974 de un porrazo en una manifestación delante del Gobierno Civil en Granada. Un hombre de izquierdas que luchó incansablemente para que sus hijos y sus nietos pudieran estudiar y no llevar la clase de vida aperreada que le tocó a él.
Comprenderéis pues que las imágenes de esta madrugada procedentes de Madrid me hayan tocado la fibra sensible. Me han emocionado sinceramente. El pueblo de Madrid, miles de madrileños anónimos recibiendo a los mineros a su entrada en la ciudad, acompañándolos por sus calles y solidarizándose con su causa. En el Arco de la Victoria, por la Gran Vía, en el querido Sol. Dándoles ánimo con aplausos y cánticos, arropándolos y prestándoles apoyo moral (e incluso logístico, como en el caso de la Universidad de Madrid, que cedió algunas de sus instalaciones para que los mineros pudieran alojarse y descansar). A todos ellos, mil gracias.
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Foto de Kike Para. |
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Foto de Samuel Sánchez. |
Los mineros despiertan una enorme simpatía en toda la población, porque de alguna manera siempre han sido un símbolo representante de la clase obrera. Y ahora más que nunca. Hoy Miércoles 11 de Julio de 2012, día en que se han aprobado en el Congreso de los Diputados por boca del presidente Rajoy los recortes más salvajes de la historia de la democracia (65.000 millones de euros), la gente sabe que ayer le tocó a los mineros, pero mañana probablemente me toque a mí. Y pasado a ti. Y ante esto se subleva y se une a un colectivo que ha tenido el valor de levantarse y protestar contra una situación injusta, en lugar de quedarse pasivamente con los brazos cruzados. Hoy todos somos mineros.
Mineros como los que se manifiestan hoy procedentes de Asturias, Castilla La Mancha, Andalucía y Aragón, en un conflicto iniciado de manera UNILATERAL por el gobierno, al decidir retirar la subvención de 300 millones de euros PREVIAMENTE APROBADA para el restante año 2012. 300 millones de euros en términos macroeconómicos es una miseria. Es la cantidad que se gastó el Real Madrid hace dos años para fichar a Cristiano, Kaká, Benzemá y compañía. Para recapitalizar la banca española van a invertir más de 60.000 millones de euros del fondo de rescate que al final pagaremos todos. Pero esos 300 millones significan la desaparición de un sector del que dependen las vidas de muchas familias.
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Foto de Ballesteros (EFE). |
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Foto de Álvaro García. |
A estas horas ya se han producido los primeros enfrentamientos con los antidisturbios frente al Ministerio de Industria, con un saldo de 76 heridos y 8 detenidos.
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Foto de Dominique Faget (AFP). |
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Foto de Uly Martín. |
Aprovecho para mostrar mi NÁUSEA y ASCO más profundos para el tratamiento que algunos medios de comunicación de derechas (radios, televisión y prensa, todos sabéis quiénes son) están dando del conflicto. Aunque era de esperar. Son la voz de su amo. Pero ya no engañan a nadie. VERGÜENZA eterna sobre vosotros y vuestras palabras.
Si por algunos fuera, volveríamos a los tiempos que narraba Emile Zola en su novela ‘Germinal’. Si no la has leído, ya estás tardando en hacerlo, o en su defecto también podéis ver la magnífica adaptación cinematográfica de Claude Berri de 1993.
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