martes, 8 de enero de 2013

CÓMICS MARVEL DE LOS 80 (III):
DAREDEVIL # 223 (OCTUBRE 1985)


Portada de la edición española.
Título: ‘The Price’ (EL PRECIO).
Guión: Dennis O’Neil & Jim Shooter.
Dibujo: David Mazzucchelli.
Tinta: Kim DeMulder.
Color: Ken Feduniewicz.
Portada: John Byrne.

El número 223 de Daredevil fue publicado por primera vez en España por Comics Forum en Octubre de 1986 (justo un año después de su aparición en los EE.UU.) dentro de la cabecera de Secret Wars II, concretamente en su número 22. La secuela de las Secret Wars originales (en la que The Beyonder visitaba la Tierra)  fue inicialmente una miniserie de 9 números con guiones de Shooter y dibujos de Milgrom, pero con cruces con prácticamente todos los títulos Marvel de la época (en un total de 29 cruces con otras cabeceras, incluida Daredevil, lo que elevaba la cifra de ejemplares reales del evento a 38, en lo que puede considerarse como el primer gran crossover de la historia del cómic de superhéroes). Si bien muchos de aquellos cruces con otras series no dejaban de ser anecdóticos (con escasa o nula repercusión en el título principal), sí que eran imprescindibles para poder seguir la trama general de la historia, cuyo argumento saltaba de título en título.

Sin embargo, la editorial Planeta no publicaba en aquella época muchas de las colecciones inmersas en el crossover (era el caso de series con poco tirón popular en España, como Dazzler, Rom the Spaceknight, Cloak and Dagger, Power Pack, Micronauts o Power Man & Iron Fist), por lo que, para hacer viable la publicación del evento, decidió aunar todas las series involucradas en el mismo bajo una sola cabecera. Así pues, las Secret Wars II constaron en nuestro país de 38 números, y como además se decidió continuar con la misma numeración después de publicados los 12 primeros ejemplares de las Secret Wars originales, la serie alcanzaría la redonda cifra de 50 números, de aparición quincenal.

Y lo primero que llamaba la atención de este número 223 era, inevitablemente, la magnífica cubierta, obra de John Byrne, una de las más recordadas por los aficionados Marvel de los 80. Nada más verla te quedabas enganchado a ella. Un aterrorizado Daredevil aparecía arrinconado en un callejón sin salida, mientras una sombra amenazadora se proyectaba sobre él y el muro de ladrillos a su espalda. Irónicamente, el conocido como ‘Man Without Fear’ demostraba ser capaz de poder sentir mucho miedo al enfrentarse a un misterioso enemigo situado fuera de plano, en la posición subjetiva del espectador de la portada. Mientras, una leyenda nos revelaba la identidad del siniestro asaltante, el Todopoderoso. El miedo parecía pues justificado. ¿Qué podría hacer un héroe tan terrenal como Daredevil frente a un ser omnipotente? Las expectativas del aficionado quedaban situadas en todo lo alto.

Esta portada en particular es para mí el ejemplo perfecto de lo que debe ser una buena portada, es decir, el reclamo perfecto para que el espectador ocasional se decida a comprar el número. Aunque posteriormente el lector descubrirá dentro del cómic que no se produce ningún enfrentamiento físico entre el héroe ciego y el Todopoderoso, la portada ha cumplido ya con su función, ha atraído al lector indeciso, aún a costa de no darle lo que promete. Esa y no otra (no nos engañemos) es la única misión de una buena cubierta. Aunque resulte tramposa.

Portada que, por otra parte, tiene más historia de la que parece a simple vista. Hace unos años el coleccionista canadiense Gerry Turnbull adquirió la cubierta original (que tenéis situada más abajo) y descubrió en la parte superior de la misma que una de las indicaciones de Byrne dirigidas al editor Ralph Macchio tenía que ver con el coloreado de la portada. Byrne escribió lo siguiente: 

- ‘Color: todo en rojo intenso excepto DD, que va en blanco’.


Sin embargo, el editor en jefe Jim Shooter obvió las instrucciones dadas por el dibujante, y ordenó al colorista Ken Feduniewicz que coloreara del rojo habitual a Daredevil sobre fondo verde. La decisión tomada enfadó sobremanera a Byrne, que se tomaba todos los cambios creativos adoptados por Shooter como afrentas personales, en la crónica de una enemistad que es historia del cómic. Así pues, la decisión de Shooter en esta portada fue una más de las gotas que acabarían colmando la paciencia de Byrne y que desembocarían en su primera fuga a DC para encargarse de Superman, aunque oficialmente la ruptura fuera motivada por la negativa de Shooter a publicar el número 320 de ‘The Incredible Hulk’ de Junio de 1986 como quería Byrne, con todas la páginas ilustradas como splash-pages. Tras la espantada de Byrne, Al Milgrom se encargaría de dibujar ese número 320. Curiosamente, Shooter se decidiría a publicar aquel Hulk inédito en el número 29 de Marvel Fanfare, en Noviembre de 1986, apenas 4 meses después de la marcha de Byrne.

La venganza es un plato que se sirve bien frío.


Volviendo al tema de la portada, Gerry Turnbull se decidió por pura curiosidad a colorear digitalmente la cubierta de Daredevil # 223 siguiendo fielmente las instrucciones dadas por Byrne, utilizando para ello la cuatricromía de la que disponían los coloristas de la época. El resultado obtenido lo podéis disfrutar más abajo.


Y qué queréis que os diga. Viendo como queda, personalmente entiendo la decisión editorial adoptada por Shooter. Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a hacer de abogado del diablo (nunca mejor dicho) y voy a defender la labor del editor por encima de la del artista.

Es cierto que la portada, coloreada a la manera de Byrne, gana en dramatismo y acentúa la sensación de claustrofobia buscada por el dibujante. Pero presenta, a mi entender, dos grandes handicaps:

-1º. La figura de Daredevil coloreada de blanco puede resultar difícil de distinguir a cierta distancia para un espectador ocasional, puesto que, aparte del color rojo de su uniforme, el traje de Daredevil tiene pocos motivos distintivos en su diseño, con la salvedad de las dos grandes D’s de su pecho. Por lo tanto, esta portada tiene más posibilidades de pasar desapercibida en un stand, rodeada de otras muchos cómics, contra los que compite por llamar la atención del comprador.

- 2º.  La portada resulta visualmente más monótona que la publicada por Shooter. El color rojo intenso predominante cansa demasiado rápido los ojos del espectador, puesto que satura velozmente las retinas.

Sin embargo, en la portada coloreada por Feduniewicz, estos problemas están resueltos. Daredevil, con su traje coloreado de rojo, es perfectamente identificable incluso a cierta distancia, sin necesidad de fijarse en los detalles de su traje para distinguirlo. Y además, al colorear el muro de verde y el suelo de morado, se gana en impacto visual. Recordemos que el rojo y el verde son colores complementarios, es decir, que se potencian mutuamente cuando están juntos. El rojo es más rojo en presencia del verde, y viceversa. Por lo tanto, la portada publicada por Shooter resulta más atractiva para el espectador. Es más variada y entra mejor por los ojos. Resulta por tanto más ‘vendible’ desde la óptica puramente comercial de un editor.

En este duelo particular entre Shooter & Byrne, ‘juego, set y partido’ para Mr. Shooter, pues.

En cuanto a la historia del número en cuestión, éste cómic es recordado por los fans como aquel en que MATT MURDOCK RECOBRABA LA VISTA. El argumento corrió a cargo del propio Shooter, mientras que Dennis O’Neil, escritor habitual de Daredevil en aquella época, se encargó del guión. Aunque, como hemos comentado antes, muchas veces los argumentos de las series que se cruzaban con Secret Wars II eran meras excusas para obligar al lector a comprar el cómic involucrado, no resultaba así en este número, en el que The Beyonder se convierte en el protagonista central sobre el que girarán todas las tramas y personajes secundarios. Vamos a explicar por qué.

El número comienza con una splash-page en la que presenciamos cómo un ratero roba una cámara a la fotógrafa Glori O’Breen, uno de los muchos intereses románticos de Matt Murdock. La cámara fotográfica resultaba insustituible por su valor sentimental, puesto que fue el último regalo del padre de la joven antes de su muerte. Quedaos con esta página, porque al final de la historia esta imagen cobrará una gran importancia como METÁFORA con la que ilustrar el argumento del número (por otra parte, O’Neil a lo largo de su carrera como escritor ha demostrado ser un guionista que maneja especialmente bien las metáforas, indudablemente uno de los recursos creativos de mayor calado).


Mientras tanto, el Todopoderoso, frustrado tras su último intento de apoderarse de la Tierra en contra de la voluntad de sus habitantes, decide dar un giro de 180º a la situación.


Para ello se presenta en las oficinas de Nelson & Murdock para tratar de contratar a la pareja de abogados, en un intento de averiguar si existe algún resquicio o posibilidad legal de convertirse en dueño oficial del mundo por las buenas. Tras advertirle Foggy de que un proceso legal como ese, de semejante ambición y envergadura e inédito en la historia , podría llegar a durar años de litigios sin garantía alguna de éxito, el socio de Matt acepta representar al Todopoderoso frente a los tribunales. En concepto de adelanto, el Todopoderoso materializa del aire un millón de dólares como pago para Foggy.


Murdock por su parte rechaza por principios éticos la posibilidad de asesorar legalmente a alguien en un asunto de tan cuestionable moralidad. Sin embargo, en un intento por convencer al abogado de que acepte el caso, el Todopoderoso decide ofrecerle un presente como adelanto: le devuelve a Matt Murdock el sentido de LA VISTA que perdiera siendo un niño.

Y entonces tiene lugar la verdadera prueba de fuego para los principios éticos de Murdock: si acepta el regalo demostrará que, como dice el viejo adagio, ‘todo el mundo tiene un PRECIO’. Para algunos hombres es un millón de dólares. Para otros menos materialistas, el pago tiene que ver con conceptos más abstractos. Pero haciendo la oferta adecuada, todo el mundo está en venta.

Con su recuperado don de la vista, somos testigos de algunas escenas repletas de humor, como un maravillado Matt Murdock que se pasa la mañana observando el rostro de un bebé en el parque (para preocupación de su madre) o contemplando embobado los rascacielos de Manhattan como un vulgar turista.



Cuando Murdock visita a Glori en su apartamento para darle la noticia de su visión recobrada, tras la sorpresa inicial la fotógrafa invita al abogado a contemplar por primera vez sus fotografías artísticas (entre posters de Diane Arbus). El siguiente diálogo entre los dos protagonistas resultará clave en el transcurrir del número:



- Matt: ¿Son tuyas? ¿Tu obra? ¿Tus fotografías?
- Glori: Unas cuantas de las más recientes.
- Matt: Extraordinarias.
- Glori: No, sólo bastante bonitas. Pero olvídalas, sólo son fotografías, ahí fuera está el original. El grandioso y glorioso mundo. Tomo mis fotografías para capturar un poco de él, para hacerlo un poquito mío. Pero no me engaño a mí misma, sé que el mundo es demasiado grande y espléndido para captarlo completamente a través de la lente de una cámara. Vamos, te lo enseñaré. Demos un paseo.

Rápidamente Glori se ofrece como cicerone para enseñarle a su amigo abogado las maravillas de la ciudad de Nueva York. Tras años de ceguera, Matt tiene prisa por recuperar el tiempo perdido. Y así podemos ver la pareja contemplando las maravillas de Central Park, una puesta de sol sobre el río Hudson, la escultura dedicada a Atlas situada en el Rockefeller Center o el cuadro ‘Las señoritas de Avignon’ de Picasso en el MOMA (aunque por lo visto, a Murdock no termina de convencerle el cubismo).


Y entonces Glori conduce a Matt a lo alto del edificio Empire State Building para poder contemplar una panorámica de la ciudad. La visión de Nueva York desde lo alto del rascacielos conmueve a Murdock, al tiempo que le hace reaccionar y ser consciente del precio que ha pagado por su nuevo don. Ha vendido su alma.



- Glori: El centro, allí está Central Park… y un poco más a la derecha están el río y Nueva Jersey… Se pueden ver los puentes… Matthew, estás llorando. ¿Qué sucede?
- Matt: No estoy seguro… Crecí en la Cocina del Infierno… en aquella época una de las peores zonas de la ciudad. Nunca llegué a salir de allí, de verdad… nunca vi nada más que calles mugrientas y edificios en ruinas… Perdí la vista siendo apenas un adolescente. Supongo que había olvidado la poca belleza que había contemplado. Y no tenía ni idea de que hubiera tanta. Tanta gloria… tanta belleza. Todo es… tan hermoso.


- Glori: Y esto es sólo el principio para ti, Matty. Hay tormentas en las montañas, y está la Acrópolis al amanecer, y una vez contemplé el mar Caribe tan en calma que podías ver reflejadas las estrellas…
- Matt: No.
- Glori: ¿Cómo dices?
- Matt: ¡Glori, te-tengo que irme! ¡Lo siento.! ¡Tengo que ver… a un cliente!

La escena de la contemplación de Nueva York desde lo alto del Empire State Building es análoga al pasaje de los Evangelios en que el Diablo tentaba a Jesucristo en el desierto:

Grabado de Gustave Doré.

‘Y llevando a Jesús hasta la cima de la montaña más alta el Diablo le mostró todos los reinos de la tierra habitada en un instante; y el Diablo le dijo: -Te daré todos estos reinos y su gloria, porque a mí me han sido entregados y en mi mano está entregárselos a quien yo quiera, si te arrodillas ante mí y me adoras’. Lucas 4: 5-7.

Análoga, pero a la inversa. Si en los Evangelios era el Diablo quien tentaba a Dios hecho hombre, en esta ocasión es Dios (The Beyonder) quien tienta a través de Glori al Diablo (Daredevil) para que le sirva, ofreciéndole la contemplación de la gloria del mundo como pago. Es más, en la edición española del cómic se traduce libremente el vocablo ‘Beyonder’ (que carece de un equivalente exacto en castellano) como Todopoderoso (The Almighty), lo cual refuerza la identificación de este ser alienígena con el Dios monoteísta de la tradición judeocristiana. La expresión inglesa ‘the beyond’ puede traducirse como ‘el más allá’, y por lo tanto ‘The Beyonder’ es ‘aquel que mora en el más allá’, en una traducción más literal del término.

Todas estas implicaciones teológicas se ven reforzadas por el hecho de que Daredevil es un héroe de origen irlandés con profundas creencias católicas. Por tanto, la prueba a la que se ve sometido en este número es una prueba de fe, de fe en sí mismo y en sus convicciones.

Y así desembocamos en el clímax argumental, con Matt Murdock en lo alto de la azotea de las Torres Gemelas, en el antiguo World Trade Center. Una figura empequeñecida en semejante escenario que clama contra el cielo, que se rebela contra Dios, la vida o el destino a cara descubierta, mientras los cielos responden a su acto de rebelión con rayos y truenos, en una escena en la que la lluvia realza el dramatismo de la tragedia que tiene lugar en las alturas.



- Matt: ¡Eres casi omnipotente… casi omnisciente! Así que deberías ser capaz de oírme. Tengo que admitir que casi das en el clavo. Este ‘adelanto’ tuyo es una cosa maravillosa. Demasiado maravillosa. Significa muchísimo para mí. Lo significa todo. Jamás me había dado cuenta. Y ese es el problema, señor. Cuanto más tiempo conservo la vista, más sencillo es para mí darme cuenta que la valoro demasiado. Quizás lo suficiente para hacer cualquier cosa por mantenerla. Y eso me preocupa… porque este ‘profundo sentido de la justicia’ mío es incluso más importante para mí. No hay espacio para nada más que lo comprometa -o pudiera comprometerlo. No hay lugar para la duda. Así que sólo me queda una cosa por hacer… Lo dejo. No voy a trabajar para ti. ¿Me oyes, alienígena? ¡Renuncio! Así que llévate tu ‘adelanto’. ¡AHORA!


- Todopoderoso: Deseas la vista más que nada. Y aún así renunciarías a ella si arrojara la más mínima sombra de duda sobre tu integridad…
- Matt: Cierto.
- Todopoderoso: Muy bien. Puedo notar que no tiene ningún sentido discutir. Quedas liberado de tu obligación hacia mí. Aunque no te quitaré la vista. Quédatela. Como un regalo.
- Matt: No. Llévatela.
- Todopoderoso: ¿Por qué deberías sufrir semejante privación? La restauración de tu visión fue un acto sin importancia para mí. Consérvala. Considéralo un pago justo, si quieres, por la contemplación que me has proporcionado de una extraña faceta de la naturaleza humana.
- Matt: Llévatela, o te demando.
- Todopoderoso: Muy bien.


Y entonces el Todopoderoso desaparece para siempre, llevándose con él la vista de un Matt Murdock cuyas lágrimas ciegas se confunden con las gotas de lluvia en la solitaria azotea. A pesar de todo, existen hombres que no se dejan comprar a ningún precio.

Como dijo Cristo en el Sermón del Monte: ‘Si tu ojo te hace pecar, arráncatelo y arrójalo lejos de ti. Porque es preferible que uno de tus miembros se pierda a que todo tu cuerpo sea arrojado al Infierno’. Mateo 5: 29.

Finalmente, en la última página Daredevil logra localizar al ladrón que había robado la cámara fotográfica de Glori en la página 1. El acto de devolverle la cámara a Glori significa, metafóricamente hablando, devolverle la visión, puesto que el fotógrafo como artista emplea la cámara a modo de ‘ojo’ a través del cual ve el mundo. Un fotógrafo está ciego sin su cámara. Así pues, con este acto Daredevil intenta devolver la vista a Glori, en contraprestación al sentido al que él ha tenido que renunciar, cerrándose la metáfora inicial en un círculo perfecto.


- Ladrón: ¿Por qué es tan importante esta cámara?
- Daredevil: Hay un montón de posibles respuestas a eso. Quédate con esta… La mujer a la que se la robaste dice que la utiliza para capturar retazos del mundo -un mundo que describe como ‘grande y glorioso’. Ahora sé exactamente a qué se refería. Ahora lo sé.

Hubo un momento en los años 80 en que los cómics de superhéroes hablaban de muchas cosas, más allá de la épica y las batallas.

El único ‘pero’ que se le puede poner a este cómic es curiosamente, el apartado gráfico. Pero no por culpa del artista, Mazzucchelli, sino por el horroroso entintado de Kim DeMulder, que arruinó completamente los lápices del dibujante. Faenas así deberían estar multadas. Y es una pena, porque este entintado tan inadecuado rebaja varios puntos la nota final del cómic. Mazzucchelli en esta época se encontraba en plenitud artística, especialmente cuando se entintaba a sí mismo. Si a alguien le apetece comprobar con sus propios ojos cual era el nivel real de Mazzucchelli como artista por aquel entonces, le aconsejo que eche un vistazo a los números inmediatamente anteriores y posteriores a este número 223. Por ejemplo, el # 220 (el del suicidio de Heather Glenn), o el # 225 (el Buitre nunca pareció tan amenazador hasta que lo dibujó Mazzucchelli), o sin ir más lejos, el # 227, inicio de la mítica saga ‘Born Again’.

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