Sé que hay mucha gente a la que la palabra ‘Manga’ (tan de moda estos días por su polémica inclusión en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española) le repele, le echa para atrás así, de buenas a primeras. El cómic japonés cuenta tanto con seguidores incondicionales como con enconados detractores entre el fandom. Y ya conocemos que en España (ignoro si en el resto de países de nuestro entorno sucede lo mismo, aunque sospecho que sí) el aficionado al noveno arte se encuentra dividido por afinidades electivas un tanto sectarias, esto es, según el tipo de cómic que consume: el cómic americano mainstream (entiéndase cómic de superhéroes), el manga japonés, la BD europea y el cómic de autor (que con tanto desprecio es denominado por parte de algunos como ‘gafapasta’). Éstas suelen ser categorías estancas que no suelen mezclarse entre sí, es decir, que muy pocos aficionados al cómic de superhéroes leen manga, BD o cómic de autor, y viceversa. Nadie suele salir del entorno o del área de su afición que le es familiar y en la que se encuentra cómodo, lo cual degenera, inevitablemente, en una especie de endogamia estilística y temática. O dicho de otra manera, en este país LA GENTE NO ES AFICIONADA AL CÓMIC EN SÍ COMO MEDIO, sino que más bien es aficionada a un género del cómic, a una particular etiqueta, a una ‘denominación de origen’, podríamos llamarlo. El aficionado medio está superespecializado en una rama del cómic, mientras que suele ignorarlo todo o casi todo de las demás. No hay más ciego que el que no quiere ver.
Somos muy pocos los aficionados al cómic que leemos (o procuramos leer) de todo, siempre dentro de que nuestras preferencias se decanten más por un tipo de cómics que por otros, como es natural. En la variedad de la dieta está el placer. Yo mismo no soy un gran especialista en manga (salido de las socorridas y esporádicas obras de Jiro Taniguchi, Satoshi Kon o Suehiro Maruo, por lo demás autores completamente diferentes entre sí). Pero sí sé hacer una cosa: sé reconocer un gran cómic en cuanto lo leo. Puede que el 95% de los mangas que nos lleguen sean basura (como el 95% de otros tipos de cómic, a decir verdad), pero ese 5% restante de grandes obras hace que merezca la pena rebuscar entre la pléyade de novedades del mercado editorial.
Dentro de ese 5% de obras que merecen la pena está la siguiente: MOONLIGHT MILE, de Yasuo Ohtagaki, publicado en España por Ivrea Editorial. 18 tomos publicados hasta ahora de una serie abierta que en Japón va por su número 23. Una obra que a pesar de ser semidesconocida aquí, posiblemente sea EL MEJOR MANGA DE CIENCIA-FICCIÓN DESDE EL ‘AKIRA’ DE OTOMO. Sin exagerar. De verdad, esta obra son palabras mayores. De lo mejor que he podido leer en los últimos años, no sólo dentro del manga, sino del cómic en general. Estoy esperando a que la serie termine en su país para poder hacer una crítica detallada de cada uno de sus números, ya con una visión global en perspectiva. Pero hasta ahora, y sin conocer el final, el nivel demostrado por esta serie es de Obra Maestra.
Así que ya sabes, si eres un entusiasta de la CIENCIA-FICCIÓN REALISTA sin prejuicios, o estás cansado de leer siempre lo mismo y deseas variar, o simplemente tienes la oportunidad de poder echarle un ojo encima, no lo dudes. Dale una oportunidad a este título, que sin entrar en detalles es completamente distinto a todo lo que se puede encontrar hoy día en el mercado. Sorprendente y original. No te fíes de mí si no quieres y juzga por ti mismo. Te aseguro que no te arrepentirás.
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