CHEMA MADOZ Y EL REALISMO MÁGICO

Hoy os presento a uno de mis fotógrafos de cabecera: el madrileño Chema Madoz. Premio Nacional de Fotografía en el año 2000, Madoz lleva más de 30 años haciéndonos disfrutar con su fotografía objetual, forzando  a la realidad hasta adquirir la apariencia de algo mágico. Objetos de uso común, de lo más trivial y gris, cambian y se transmutan bajo el objetivo de su cámara en algo bello, poético. 

Eso es lo que hace Madoz con los objetos: POESÍA VISUAL (término que fuera acuñado por otro genio anterior, Ramón Gómez de la Serna), basada en equívocos y apariencias, auténticos trampantojos, demostrando que la belleza de las cosas no está en las cosas en sí, sino en el ojo de quien mira. Después de conocer a Madoz no podréis volver a mirar las cosas como hacíais antes. Cada objeto (desde un simple cepillo de dientes hasta el trasto más inútil) lleva encerrado una fotografía y por tanto un poema, esperando que alguien lo reconozca y lo saque a la luz.

Algunas de estas fotografías permanecen para siempre en el recuerdo, como los platos colocados en la alcantarilla a modo de secaplatos. O la llama de la cerilla, aprovechando la veta natural de la madera de un mueble. O el birrete construido con un sumidero (y que tan bien ilustra el estado de la Universidad española). Y mi preferida de todas: esa escalera apoyada en un espejo, cuyo reflejo la hace parecer una escalera bisagra que hubiera sido capaz de pasar al otro lado, en una imagen absolutamente carrolliana.

Pero hay más, muchas más: esos abrelatas que parecen sardinas, el paquete anudado cuyo lazo está formado por unas gafas, la silla cuyo respaldo son unos tirantes, el monedero piedra, o esos particulares caracteres chinos formados con los pelos cortados por unas tijeras. Pero comprobadlo vosotros mismos.

Sin más, os dejo con Chema Madoz.

El Santo Grial